La Educación para la Ciudadanía Global (ECG) es un enfoque educativo que pretende formar a los ciudadanos para que sean conscientes de la complejidad de los problemas actuales y capaces de adoptar actitudes y comportamientos orientados a su resolución. La GCE puede encontrar aplicación en entornos de educación formal, en las escuelas, así como en los no formales.
La CME contribuye a alcanzar la meta 4.7 de la Agenda 2030: «De aquí a 2030, velar por que todos los educandos adquieran los conocimientos y aptitudes necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y modos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y de la contribución de la cultura al desarrollo sostenible».
La UNESCO considera que los objetivos de la CME deben invertir las diferentes áreas de aprendizaje en las tres dimensiones educativas fundamentales:
- Cognitiva: para adquirir conocimientos, comprensión y pensamiento crítico sobre cuestiones mundiales, regionales, nacionales y locales y sobre la interconexión e interdependencia de los distintos países y poblaciones;
- Socioemocional: desarrollar un sentimiento de pertenencia a una humanidad común, compartir valores y responsabilidades, fomentar la empatía, la solidaridad y el respeto por las diferencias y la diversidad;
- Conductual: aprender a actuar con eficacia y responsabilidad a escala local, nacional y mundial, por un mundo más pacífico y sostenible.
Según la UNESCO, la CME debe ser transformadora, ya que ayuda a los alumnos a adquirir los conocimientos, las competencias, los valores y las actitudes que necesitan para contribuir a que el mundo sea más integrador, justo y pacífico. «El alumnado que asume la responsabilidad de construir el mundo con otros seres debe situarse en el centro de la educación».